¡..ERASE UN PAÍS!
…Y entonces, el gobernante de
aquel país vendió todas aquellas empresas que en su momento fueron recuperadas
del capital extranjero y puestas a nombre de quien correspondía: El Estado.
Años después y siguiendo los
consejos de los “GURUS ECONÓMICOS” nacionales e internacionales, el gobierno
presidido por un político ya desaparecido, se dispuso a firmar tratados de
libre comercio con todos aquellos países que supuestamente eran “grandes mercados”
que permitirían vender productos nacionales a cambio de inundar el país con
todo tipo de productos con costos de producción subsidiados. Esto originó que
muchos pequeños empresarios y pequeños agricultores dejaran de trabajar, los
primeros hipotecaran sus propiedades para resistir la crisis y seguir trabajando, con la esperanza
de algún día convertirse en prósperos exportadores hacia los paraísos de
consumidores que les ofrecían y los segundos vendieran sus tierras a las
grandes empresas agro exportadoras que les ofrecían, además de pagarles un buen
precio por ellas, eso decían, les ofrecían trabajo allí mismo.
Todo ello no significó precisamente
una bonanza. Los primeros quebraron y pasaron a engrosar las filas de los
trabajadores informales y la mayoría de los segundos corrieron igual suerte,
pues luego de gastar lo poco que recibieron por enajenar su tierra y comprarse
algún trimotor para dar servicio de transporte local u otro aparatico sin mayor
valor de reproducción, terminaron siendo engullidos por las fauces
de las empresas agro exportadoras, las cuales muy bien protegidas por leyes
contrarias a los intereses de los nuevos asalariados, digerían muy bien, como
utilidades, aquello que eran derechos laborales expropiados a los caídos en
desgracia.
El colmo llegó cuando presa de un
paroxismo neo liberal ese mismo gobierno intentó privatizar los servicios de salud. Afortunadamente
esto no prosperó, pero sí dio lugar a la aparición de grupos económicos
dedicados a ese rubro de negocio iniciando la instalación de centros privados de atención de
la salud en ciudades grandes e intermedias del país. Estos negocios en los
últimos años florecieron, debido a que, debido a los míseros presupuestos
asignados por los gobiernos de turno, la atención de la salud en los
establecimientos públicos fue de mal a peor. Y es por ello que allí podía y puede verse
que, al costado de un establecimiento de salud pública, aún de pueblos
relativamente poco poblados, hay un establecimiento privado de atención médica.
Y es más, se ha comprobado que muchos de los servidores de los establecimientos públicos
atienden, en horas de trabajo, en los centros privados de atención. Esto, han referido consultados, lo hacen por los bajos sueldos que perciben como servidores públicos. Por otro lado,
en muchos lugares debido a la “bonanza” económica se proyectó y se construyó
infraestructura de salud: grandes hospitales, Centros y Puestos de Salud, pero
sin asignar presupuesto para la contratación del indispensable personal médico
y para-médico. Esto sin mencionar que algunos se inauguraron sin terminar su
construcción y mucho menos su equipamiento y que además los procesos de
adjudicación estuvieron plagados de corrupción.
Pero todo aquello no era mirado
por quienes amasaban fortunas. Y claro, mirado el país desde su visión todo iba
sobre ruedas. Los negocios funcionaban y funcionaban que bien. Sus cuentas en
los paraísos fiscales crecían y crecían. Y lo que era mucho mejor, todo lo
efectuado estaba amparado en la Constitución Política de aquel maravilloso país.
El éxito es tanto, decían, que las calificadoras de riesgo económico nos tienen
en el TOP de los mejores.
Y claro, los agro exportadores
enviaban los productos agrícolas, que cosechaban con costos mínimos debido al
enorme recorte de derechos laborales de los trabajadores. Los consumidores de
alimentos compraban todo aquello que aún produciéndose en el país traían de
afuera a precios subsidiados en los países de origen, lo que les garantizaba
pingües ganancias. Los amos y señores de la salud con sus cadenas de farmacias
vendían los medicamentos más caros, negándose a expender genéricos, bueno,
ignorando la existencia de genéricos pues nadie se los podía exigir por no
haber legislación al respecto. Y cómo no, las empresas ligadas a la venta de
combustibles, uno de los sectores también privatizado por aquel gobierno,
hacían su agosto expendiendo los combustibles a precios antojadizos, arguyendo una
y mil cosas para no alinear los costos nacionales al precio internacional, esto
por su puesto con la inmoral complicidad de los funcionarios responsables de su
fiscalización. Y los empresarios mineros hacían de las suyas blandiendo su
eterno eslogan: “PERÚ PAÍS MINERO”, evitando incurrir en costos de remediación
ambiental, exigiendo la devolución del IGV y siempre sub valuando utilidades o
inclusive declarando pérdidas para pagar lo mínimo de los impuestos.
De pronto, sucedió algo
inesperado. Apareció en la “lejana” China un virus, tan, pero tan contagioso,
que obligó a cerrar las fronteras de aquel país y a la vez a decretar la
inmovilidad social obligatoria, lo que significaba quedarse en casa, sin poder
ir a trabajar. Entonces el gobierno de turno, que ya no era el que había
festinado los bienes del país, obligado por estas circunstancias vio necesidad
de otorgar un bono de supervivencia, descubriendo de esta manera que la
cantidad de familias que requerían éste, no solo eran aquellas en estado de
pobreza y pobreza extrema, sino muchas, muchas más. Familias cuya situación de
vulnerabilidad eran producto de casi treinta años de aplicar un modelo económico
amparado en una Constitución espuria aprobada con triquiñuelas dictatoriales pseudo
democráticas.
El gobierno entonces, además de disponer
de los ahorros producto de una “bonanza” que solo benefició en forma directa a
los grandes empresarios nacionales y extranjeros, y que se sustentó en la
explotación a través del recorte de derechos del pueblo de a pie, así como de
la asignación de míseros presupuestos para atender las necesidades básicas
insatisfechas de las grandes mayorías, planteó la implementación de un impuesto
de SOLIDARIDAD a los que más ganan.
Estos, por su puesto, pusieron el
grito en el cielo, manifestando su total rechazo a esta patriótica medida, despotricando contra el gobierno y contra quienes
manifestaban la conveniencia de dicha medida. Medida que por lo demás había sido planteada
con mucha antelación por la señora que presidía una de los tribunales de
justicia más importantes del país, el Tribunal Constitucional y ninguneada por
muchos de los “gurús económicos” que siempre defienden los intereses de quienes
más tienen.
Algo se quedaba en el tintero.
Muchas de las boyantes empresas nacionales y transnacionales deben mucho dinero
al Estado del país en cuestión. Se calcula que la deuda en total bordea los
quince mil millones de soles y muchas de estas empresas han judicializado su
cobranza con la finalidad de que, a través del uso de jueces y tribunos venales,
estas les sean anuladas o rebajadas.
Así mismo existen un sin número
de exoneraciones tributarias que significan la renuncia de muchos peruanos a
disponer de recursos para resolver necesidades básicas que los siguen poniendo
a ellos y sus hijos en situación de gran vulnerabilidad. Ello sin contar con
las brechas de la legislación tributaria que permite a los grandes empresarios
y empresas eludir impuestos, figura esta que no es ilegal, pero que igual
significa la fuga de miles de millones que anualmente siguen engordando los
bolsillos de los grandes empresarios, quienes generalmente se vanaglorian de
estarle haciendo un favor al país.
Todo esto dio lugar a que muchos,
muchos ciudadanos de aquel país, que nunca se habían dado cuenta que habían venido
siendo despojados de todo en su propia casa, despertaran a una realidad
dolorosa y decidieran que no podían seguir permitiendo que todo continuara así.
Muchos activistas democráticos y principalmente jóvenes estudiantes están
tomando el liderazgo para la reconstrucción de la nueva Patria. Desde esta
modesta tribuna le alentamos a seguir adelante y cómo no nos comprometemos a
unirnos a ese gran esfuerzo patriótico de dignificación.
Al concluir esta crónica el sistema de salud del país estaba al borde del colapso sanitario debido a la pandemia originada por el virus, pues los años de abandono en brazos del neo liberalismo constitucional que defendían y defienden quienes se sienten y son casi dueños del país, pasan muy cara factura a toda la población y como siempre los máximos responsables se lavan las manos y miran para otro lado.
Así pues sostenía uno de los humoristas políticos de un prestigioso diario de aquel país: "Aquellos que siempre pregonaron que lo más adecuado era un estado pequeño, hoy le piden que responda como un gigante. No se puede. Ellos lo hicieron así de diminuto e ineficiente.
Advertencia: cualquier parecido
con algún país real que usted conozca o del que haya oído hablar, es pura
coincidencia.
Piura abril 2020.
JOSÉ A. PATIÑO
ANGELDONIS
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